lunes, 14 de octubre de 2013

Dioses del Viejo Mundo 1/2 Dioses Enanos y Dioses de los Elfos

LOS DIOSES DE LOS ENANOS


La religión enana se basa en el culto a los antepasados, la conmemoración de sus hazañas y la acción de gracias por su legado. Aunque los enanos parecen adorar a todo un panteón de divinidades, éstas son en realidad sus ancestros más importantes, los padres fundadores de la raza enana que son comunes a todos los clanes.


Los enanos son estoicos y reservados, y su religión refleja este hecho. Casi nunca hablan de su fe, y no parece que recen nunca. Sus templos sólo se construyen en las profundidades de sus fortalezas. La veneración es una cuestión personal entre cada enano y su deidad, y no se conoce ningún servicio ni rito religioso. En lugar de rezar, los enanos rinden pleitesía a sus dioses narrando historias e interpretando canciones que conmemoran las heroicas proezas de sus antepasados.

Esto es especialmente cierto entre enanos imperiales y demás enanos que habitan entre humanos, pues es una forma de mantener una conexión
con su tierra natal. No existen templos consagrados a sus antepasados divinos, aunque en las grandes ciudades del Imperio en las que haya una comunidad enana de tamaño considerable suele haber santuarios en los que se rinde homenaje a los ancestros enanos.

Los humanos suelen respetar la fe de sus aliados más cercanos, e incluso llegan a comprenderla. Concretamente, los sigmaritas sienten un gran respeto por la religión enana y la honran por las similitudes existentes entre Sigmar y los dioses enanos. A cambio, la mayoría de los enanos reverencian a Sigmar por sus logros como hombre, aunque no por ello le rinden culto.

Hay humanos que se identifican firmemente con algún dios enano, sobre todo aquellos que viven en pueblos y ciudades con grandes comunidades enanas, y los veneran tanto como a cualquier deidad humana (para asombro de los enanos). De todos estos dioses, Grungni es el que posee mayor cantidad de adoradores humanos (especialmente artesanos); incluso existe un templo en Nuln construido por humanos y dedicado a esta deidad.


Hay innumerables antepasados adorados como dioses; cada clan, fortaleza y familia enana rinde culto a sus propios ancestros. Pero todos los enanos veneran a tres antepasados comunes.

INVOCACIONES DE LOS ENANOS
Los enanos son famosos por sus juramentos y maldiciones, y las más comunes de todas ellas son las invocaciones a sus dioses. Algunos ejemplos son: ¡Por la barba de Grimnir!, ¡Por los orbes de Valaya!, o el siempre popular ¡Por el muñón de Grungni! Estas invocaciones casi nunca tienen mayor efecto en la situación en la que se exclaman, aparte de expresar asombro, consternación o furia, pero de vez en cuando uno de estos dioses puede favorecer al enano, sobre todo si se halla en un serio aprieto y el enano honra a su raza con sus actos. Como regla opcional, el DJ puede permitir una posibilidad del 1% de que la deidad del personaje enano le conceda una bonificación de +5% a su próxima tirada.
Grungni

Grungni, Dios de las Minas y los Artesanos, es el padre de la raza enana. Enseñó a los primeros enanos a excavar la tierra, extraer minerales y trabajar el metal. Grungni es el único dios enano con el que se identifican los humanos, y al que más de ellos rinden culto en todo el Imperio. 

Grimnir

Grimnir el Intrépido es un dios guerrero que personifica la naturaleza valerosa de los enanos. Es especialmente popular entre el culto de los matadores, que lo veneran como Dios Matador. Aunque el concepto de un dios guerrero es muy familiar para los humanos, el de los matadores (y con ello el del Dios Matador) les resulta completamente insondable.

Valaya

Como protectora y diosa madre de los enanos, Valaya es la fundadora de algunas de las mayores fortalezas, y vela por los conceptos de la patria y del clan, ideas que los humanos no comparten. Es por eso que muy pocos humanos veneran a Valaya.


LOS DIOSES DE LOS ELFOS


Los humanos conocen numerosas historias descabelladas sobre los dioses élficos, pero prácticamente carecen de hechos, pues la religión de los elfos está envuelta en misterio (al igual que su raza). Los elfos adoran a un panteón de dioses, del mismo modo que los humanos y los enanos, pero de una forma completamente distinta al de todas las demás razas.

La cultura élfica está imbuida de misticismo y magia, y los elfos creen que sus dioses están a su alrededor y forman parte de ellos. Un elfo considera que todas sus acciones y pensamientos son místicos en algún sentido, y que por tanto todo lo que hacen está relacionado de algún modo con los dioses, toda actividad es un acto de devoción en sí misma. No está muy claro cómo veneran los elfos a sus dioses, ni qué rituales y ceremonias podrían practicar. Algunos conjeturan que, dada la longevidad de los elfos, el trato que profesan a tales entidades es necesariamente distinto a como lo perciben los humanos y demás razas de vidas más cortas. ¡Incluso hay quienes opinan que los propios elfos son dioses!

Los humanos jamás admitirían comprender la fe de los elfos, y la mayoría considera que no creen en ninguna deidad, o que aquellas a las que adoran no son sino diferentes aspectos del panteón humano. Por supuesto, los elfos opinan todo lo contrario, y afirman que los dioses humanos son un mero reflejo distorsionado del panteón élfico. Es muy probable que la verdad sea algo intermedio.

Debido a esta falta de entendimiento, hay muy pocos humanos que veneren a los dioses de los elfos: su cultura es demasiado extraña, y su fe excesivamente evasiva e impenetrable.

Los elfos que viven en el Imperio siguen adorando a sus deidades tal y como harían en cualquier otra parte, pues carecen de religiones formales y celebran todos sus ritos de culto a un nivel personal e íntimo. En algunas de las grandes ciudades frecuentadas por elfos hay pequeños santuarios consagrados a sus dioses.

Aunque los elfos silvanos veneran a todo el panteón, adoran por encima de todos ellos a Kurnous, Dios de la Caza y padre de todos los elfos, y a Isha, Diosa de la Fertilidad y madre de todos ellos. En la sociedad de los elfos silvanos estos dioses poseen mayor relevancia, posiblemente debido a la presencia de sus reyes y reinas (Orión y Ariel) que ejercen el papel de avatares divinos.

Asuryan

Asuryan es el antepasado de todos los seres vivos y guardián de la raza élfica, y está representado en el mundo por el Rey Fénix (a quienes los elfos creen elegido por el dios). Los elfos rezan a Asuryan para que les conceda dotes de mando y valentía.

Hoeth

Hoeth es el Dios del Conocimiento, el Aprendizaje y la Sabiduría, y es el patrón de los hechiceros y eruditos élficos. Todo elfo reza a Hoeth cuando se encuentra en un dilema o ante un problema difícil, pues su sabiduría puede ayudarles a alcanzar una solución. Los hechiceros elfos también rezan a esta deidad cuando se preparan para celebrar un poderoso ritual mágico.

Isha

Isha la Maternal es la Diosa de la Fertilidad, protectora del orden natural y madre de toda la raza élfica. Es adorada por los elfos silvanos del Viejo Mundo como una de sus principales deidades, aunque los demás elfos también le rinden homenaje para que favorezca sus cultivos, les proteja durante el parto o les ayude cuando se hallan en tierras salvajes extranjeras.

Khaine

Khaine, el de las Manos Ensangrentadas, es el Dios de la Guerra y el Asesinato, y bien podría representarse como una espada de doble filo, pues es tanto el salvador como la perdición de la raza élfica. Aunque ayudó a Aenarion a derrotar al Caos y luchó contra Slaanesh, también libra una guerra continua contra los de su propia especie, pues se trata del dios protector de los elfos oscuros. Los elfos rezan a Khaine cuando marchan a la batalla, o cuando se ven obligados a cometer siniestros pecados por un bien superior.

Kurnous
Kurnous es el padre de la raza élfica, el Dios de la Caza; pero a diferencia de Isha, su culto está desapareciendo, salvo entre los elfos silvanos del Viejo Mundo que aún le veneran como su deidad principal. Los elfos rezan a Kurnous cuando van de caza, cuando están en tierras salvajes extranjeras y cuando necesitan armarse de tenacidad y resolución.

Lileath

Lileath la Doncella es la Diosa de los Sueños y la Fortuna, y se le adora como parte de un triunvirato formado por ella, Isha y Morai-heg. Es la diosa protectora de videntes y profetas, y se le reza para que conceda claridad, prediga el porvenir y arroje luz sobre cualquier problema, espe- cialmente si el elfo se enfrenta a un gran reto o a una difícil decisión, o bien si necesita desesperadamente un golpe de buena suerte.

Loec

Loec, el dios protector de los bailarines guerreros, es el Dios del Engaño, la Música y las Festividades. Loec es una figura misteriosa, pues sus
adoradores celebran sus rituales en secreto y mantienen su propósito oculto tras un velo de secretismo. Sus servidores suelen recibir el nombre de señores del festival por la labor que desempeñan en las grandes festividades, en las que dirigen las celebraciones y realizan complejos bailes que narran la historia del Athel Loren.

Mathlann

Como Señor de los Mares y Dios de las Tempestades, Mathlann es el patrón de los marineros y los exploradores, y los elfos le rezan cuando se disponen a emprender una travesía marítima o a buscar nuevas tierras. También le rezan los seres queridos de los elfos que se hallan en el extran- jero para que los devuelve a casa sanos y salvos. Mathlann es uno de los principales dioses venerados por los elfos de Marienburgo.

Morai-heg

La Vieja Bruja es la Diosa del Sino y la Muerte, y guarda el destino de todos los mortales en su bolsita rúnica. Los elfos rezan a Morai-heg cuando persiguen o huyen de sus destinos, y también cuando desean eludir la muerte y lo inevitable.

Vaul

Vaul, el Dios de los Herreros, es el creador de los legendarios artefactos utilizados por dioses y héroes, entre los que se incluye la infame Espada de Khaine. Vaul se enfrentó a Khaine, pero perdió y quedó horrible- mente mutilado. Los elfos rezan a Vaul para que les conceda creativi- dad y la voluntad necesaria para soportar grandes penurias, para que les ayude a elaborar un objeto impresionante o a resistir un intenso dolor.

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